Los marroquíes querían matarnos y con algunos lo hicieron": Abuobida narra su infierno en Nador
En una
entrevista con EL ESPAÑOL narra como llegó a Nador, el viernes trágico donde
murió su amigo y la expulsión a 600 kilómetros.
4 julio, 2022 GUARDAR
La
policía nos empezó a pegar con porras y pistolas, querían matarnos. Mataron a mis amigos enfrente mía, a
mis pies. Toda la gente estaba herida, con brazos y piernas rotas. Nos dejaron
dos horas allí tirados, como animales. Una persona pedía agua, agua, agua,
otras lloraban; pero nadie nos vino a ayudar”, recuerda Abuobida esas dramáticas horas en que las fuerzas
de seguridad marroquíes lo dejaron tirado en el suelo junto a decenas de
migrantes en Barrio Chino, a pie de la valla de Melilla.
Abuobida
tiene 20 años y salió hace cinco de Darfur (Sudán) con la vista puesta en
Europa. Escapaba de una guerra para buscar protección junto a sus familiares
en Francia y Suiza. Entonces, siendo todavía menor de
edad, no imaginó que su viaje iba a ser tan largo y difícil, cinco años en los
que atravesó Libia, Argelia y Marruecos.
Cuando
era muy pequeño dejó a su familia y no sabe si están vivos o muertos.
“Cuando era pequeño estalló la guerra, prendían fuego a la casa y disparaban a
la gente. Abandoné el país y me fui a Libia, pero no es seguro, matan y meten a los
migrantes en prisión. No teníamos casa, ni trabajo, así que miramos a otro
sitio. Llegamos a Argelia, y lo mismo de lo mismo; y entonces nos cambiamos a
Marruecos. Marruecos parece un buen sitio, pero es fatal. No nos ayudan,
vivimos en la calle como animales, no encontramos ni trabajo ni
comida. Por eso, intentamos entrar a Melilla”, relata Abuobida.
Imagen de la masacre
en Melilla la semana pasada. E.E.
Junto
a cerca de 2.000 personas migrantes intentó saltar la valla de Marruecos a
Melilla el 24 de junio. “No nos respetaron, nos pegaron, nos dispararon, nos
asesinaron, un amigo murió, y otro está herido en el hospital”, lamenta
Abuobida. Ese día, su amigo Hanin de 25 años perdió la vida. “Murió enfrente de mí. Estaba llorando y seguían
pegándole, y al final murió”.
Los pies en Melilla
Poco
antes, Abuobida había conseguido entrar en Melilla. Puso sus pies en territorio
español el día 24 de junio. Sin embargo, cuenta su
historia desde Marruecos porque lo devolvieron al infierno de la valla de
Barrio Chino, donde decenas de personas migrantes yacían en el suelo bajo el
sol rodeadas de más de mil agentes de las fuerzas del orden marroquíes.
“Recorrí todo el mundo, entré en Melilla, y me devolvió la policía española,
que además me hirió”, lamenta.
Devolución que condena
la investigadora de la Universidad de Michigan Cynthia Magallanes-González
desde Marruecos, donde documenta los flujos migratorios, “los grupos sudaneses
automáticamente son reconocidos por ACNUR como refugiados en todo el mundo por
lo que está pasando en sus países. Así que al devolverlos hacia Marruecos (como
denuncia Abuobida), los dos Estados violan leyes internacionales, convenciones
que ellos mismos han firmado, porque Marruecos es un peligro para muchos
migrantes. Es un país muy racializado, donde los policías están entrenados a
mirar a la persona con la piel negra como si fuera automáticamente una persona
ilegal”.
Desde
el Ministerio del Interior en Madrid mantienen a EL ESPAÑOL que “no ha habido
ninguna expulsión. No se ha expulsado a nadie.
De hecho, todos han expresado voluntad de protección internacional”. Se refiere
a los 133 migrantes que llegaron al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes
(CETI), la mayoría de Sudán y Chad.
Abuobida, en una foto
de su álbum personal. Cedida
Por
lo tanto, son personas susceptibles de protección
internacional. En 2021, la tasa de reconocimiento positivo para
personas procedentes de Sudan fue de más del 91% y de Chad fue de más del 82%,
según los datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR).
A
diferencia de lo que mantiene Interior, una voluntaria de una organización de
apoyo a migrantes en Melilla, que prefiere guardar su anonimato, relató a este
medio que “la policía marroquí entró en territorio español para contener y
devolver a las personas que habían saltado”. “Testigos en Melilla oyeron disparos y se encontraron pelotas de goma. Se
utilizaron porras y gas lacrimógeno para intentar contener la entrada”, cuenta
la misma fuente.
Un pan en un día
La
entrevista de Abuobida con EL ESPAÑOL es telefónica. El chico se encuentra en
Agadir, después de que las autoridades marroquíes le subieran en un autobús
herido el mismo viernes de la tragedia en la valla. Pasó toda la noche
viajando. Lo abandonaron herido en Beni Melal, en las montañas del Atlas
Medio. “Me duele todo el cuerpo. Sigo con la misma ropa y he comido un día un pan que nos dieron”, relata el
joven una semana después de la tragedia.
Los
días posteriores al salto, 1.300 migrantes fueron alejados a ciudades del
centro y el sur del país en autobuses custodiados por las fuerzas de
seguridad. El joven había llegado hace un mes a Nador para intentar entrar
en Melilla y vivir en Europa junto a sus familiares, en Francia y Suiza. Ese
tiempo malvivió en el campamento de Gurugú,
junto a otros compatriotas que fueron llegando de distintas partes de
Marruecos.
Inmigrantes
encaramados a la valla fronteriza de Melilla. Efe
Los
migrantes sudaneses se autoorganizaron. “Me llamaron. Llegó gente a Nador
andando, en transporte público, en taxi, y durante un mes vivimos en los
bosques. Hicimos un grupo allí para entrar en España porque nadie nos ayuda, y lo
necesitamos”, explica este joven, que estuvo un mes en el monte.
“No hay ninguna organización
detrás del salto”, mantiene. Mientras el gobierno español
y las autoridades marroquíes apuntan a las mafias como las responsables de la
muerte de al menos 23 personas migrantes y decenas de heridos. “No hay organización aquí que
nos ayude. Vinimos a Marruecos sin ningún control y necesitamos llegar a Europa
porque no tenemos dinero, no tenemos trabajo, no tenemos nada”, afirma
Abuobida.
“Drama racista”
“La
rueda de prensa ofrecida el 25 de junio de 2022 por Pedro Sánchez legitimó las
acciones que condujeron a esta masacre, participando en el proceso de
normalización de esta violencia letal contra
las personas negras, personas que buscan el exilio”, sentencia Elsa Tyszler,
autora de una tesis doctoral en sociología sobre la violencia del control
migratorio en las fronteras de Ceuta y Melilla.
Sociólogos
e investigadores ya hablan de un “drama racista”. “El excluir de entrar
regularmente en el territorio europeo a la gran mayoría de los nacionales
africanos crea las condiciones estructurales para este tipo
de masacre, que se repite desde hace más de 20 años. El contraste
con la acogida que se da desde marzo de 2022 a las personas que huyen de
Ucrania ilustra aún más el aspecto racista de estos dramas”, afirma Tyszler.
Cuando EL ESPAÑOL
entrevistó a Abuobida, el viernes, estaba estudiando cómo llegar a Rabat para
poder acudir a pedir ayuda a alguna institución internacional. Su fututo inmediato se lo
pregunta él mismo: “¿Qué hacemos ahora? Mis
amigos han muerto a mis pies. Necesitamos ayuda”.
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